A Night At The Opera y A Day At The Races, dos títulos de dos grandes álbumes. Álbumes que catapultaron a la banda al más alto nivel que desee cualquier artista, no solo en lo que refiere a fama y dinero, sino a las hermosas y complejas composiciones que conformaban a estos. La curiosidad se observa en el título de cada uno, títulos que nacen de esa conexión Queen - Marx Brothers.
Todo para Queen en esos años era irresistible. A Night At The Opera se nombró así por casualidad, gracias a que sentados los cuatro Queen dispuestos a ver una película luego de cinco minutos de los hermanos Marx, Freddie y Roger se miraron y dijeron conjuntamente: “Pero es un muy buen título”. "Una noche en la Opera" parecía ideal tanto por Rapsodia Bohemia como por el tono conceptual de todo el álbum. Pero había que pedirle permiso al propio Groucho y así usar el nombre, lo cual hicieron inmediatamente mediante un télex para lograr el permiso, hasta allí fueron los Queen.
De su contacto personal con el mundo de los hermanos Marx jamás se ha hablado demasiado. Queen veneraban a los Marx Bros, y ambos títulos sirvieron como sentidos homenages a esos tipos tan irrepetibles. Pero no acabó allí el cruze entre estos dos mundos tan distintos, Groucho Marx, quizá el hombre más despierto, avispado y brillante del siglo que hemos dejado atrás, en lugar de vivir encerrado en un palacio de cristal recreandose entre sus recuerdos, estaba muy en contacto con todo lo que sucedía dentro del Entertaiment, y cuando se enteró que una banda británica le había homenajeado, les envió una carta, agradeciendoles el detalle. Y, poco después, aprovechando que Queen actuaban en el Forum de Los Angeles, les invitó a su casa a tomar el té.
La banda no desaprovechó la ocación de conocer a uno de sus ídolos. Almorzando todos en su casa –menos Deacon que no pudo asistir a último momento- junto a la enfermera de Groucho, al representante y a un pianista que tocaba mientras tanto, Groucho decía: “Bueno, son cantantes... canten carajo!”. Antes las disculpas de los tres por no tener en ese momento instrumentos, apareció en la sala de la nada una rústica guitarra española que ayudó a deleitar al viejo Groucho cantando el tema "39" para él, y regalandole un disco de oro y una chaqueta de la gira "A Day At The Races".